Sección Oficial

Sail Ofiziala

by Fementido


18 películas (las 4 primeras fuera de competición):

QUARTET(EL CUARTETO) REINO UNIDO Duración: 95m Dustin Hoffman
ARGO EEUU Duración: 120m.Ben Affleck
¡ATRACO! ESPAÑA-ARGENTINA Duración: 116m. Eduard Cortés
THE IMPOSSIBLE (LO IMPOSIBLE) ESPAÑA Duración: 113m. Juan Antonio Bayona

EL ARTISTA Y LA MODELO ESPAÑA Duración: 104 m.    Fernando Trueba    

DÍAS DE PESCA ARGENTINA Duración: 80m. Carlos Sorin

BLANCANIEVES ESPAÑA-FRANCIA Duración: 98m. Pablo Berger

DANS LA MAISON(EN LA CASA) FRANCIA Duración: 105m. François Ozon    

EL MUERTO Y SER FELIZ ESP-ARG-FRANCIA Duración: 94m. Javier Rebollo    

VENUTO AL MONDO (VOLVER A NACER) ITA-ESP 125m. Sergio Castellitto    

THE ATTACK (EL ATENTADO) LÍBANO-FR-QATAR-BEL 95m Ziad Doueiri

HYPNOTISOREN/THE HYPNOTIST (EL HIPNOTISTA) SUECIA 120´ Lasse Hallström

DIE LEBENDEN / THE DEAD AND THE LIVING AUSTRIA 110 m. Barbara Albert

ALL APOLOGIES CHINA Duración: 88m Emily Tang

ARBITRAGE (EL FRAUDE) EEUU Duración: 106m Nicholas Jarecki

FOXFIRE FRANCIA-CANADÁ Duración: 143m. Laurent Cantet

FASLE KARGADAN / RHINO SEASON TURQUÍA Duración: 103m. Bahman Ghobadi

LE CAPITAL FRANCIA Duración: 114m. Costa-Gavras

Los cinco últimos títulos subrayados son los que yo he visto durante el Festival (en orden de visión). Veamos.


Arbitrage (El Fraude)


uhh

       
        Completa, redonda; demasiado. Todo lo bien que le salen las cosas a Richard Gere en la escena final de la película es un efecto que se repite con lo que le ocurre al director Jarecki (jovenzuelo de 33 años, por otra parte). De cara hacia fuera, el público que observa la escena se la puede creer. Pero por detrás hay tal desajustes con la realidad, que el filme se queda en un telefilme de una aburrida y dominical tarde de otoño. Una serie de idas y venidas en el destino de Gere que al final se resuelven a su favor. Incomprensiblemente. Pues se da a entender al público que el canalla no sólo triunfa sino que debería hacerlo por no se sabe qué justicia divina. La Sarandon… mejor ni hablar de ella. No me entra en la cabeza que la hija Casta sea tan idiota al no saber nada, al no conocer mínimamente a su padre. Anécdota del chaval que pregunta al final de la película sobre si habrá que cambiar las tarjetas de visita de la empresa: lo que demuestra que el director está más a otra cosa. Su guión se aleja paulatinamente de la verdad que le interesa al espectador, y finalmente, estamos viendo un folletín de segunda.
       
        Lo que más me gustó de la película son los dos actores secundarios que hacen de policía y la amistad de barrio bajo que se saca de la manga Gere, el chico negro. Se nota que les gusta su papel, porque es digno, aunque el guión no les trate nada bien, sobre todo al policía. Película que no aporta nada, si acaso otro título más para añadir al peligroso subconsciente colectivo del público que observa cómo le estrenan esta película y nadie hace nada por evitarlo. Para acabar un poco mejor: entiendo su presencia en la Sección Oficial; Gere y Sarandon añadieron colorido a la ciudad. En prensa se dice que entre la pareja Gere/Sarandon «existe una química indudable». Indudable, señores. ¿Alguien lo pone en duda? Y Gere añade que «Susan y yo hemos discutido mucho la escena final de la película». Gracias, Richard; se nota, se nota.



Foxfire


Katie Coseni
Merecida Concha de Plata a la Mejor Actriz


        Titulo que recuerda al famoso navegador. Basada en una novela de Joyce Carol Oates, endeble comienzo. No se pueden leer novelas de alguien que las escribe como churros; y puede ser poco práctico rodar una película basándose en alguna de ellas. En fin, cosas mías. No sé hasta qué punto esta película se adhiere a la novela, pero me temo que demasiado. Es una pena que se le vaya tanto la historia al director. El espectador desconecta, llegado un punto. Recordar que la cinta dura 143 minutazos. Pero al contrario que “El Fraude”, “Foxfire” es bastante más fresca. Para empezar, hay un mínimo de seis jovencitas, actrices totalmente desconocidas, que por momentos llenan la pantalla. Uno se olvida de la historia que nos cuentan, y realmente está observando a esas chicas, que no parecen actuar, sino vivir. Esto es lo mejor de la película, sin duda. Evidentemente, Laurent Cantet debe ceñirse a rodar según parámetros de la historia en la que se mete: Nueva York, 1955. ¡Puff! Así se obliga a sacar a colación temas como el proletariado, y el fuerte racismo de la época. Yo hubiera preferido ver la misma historia, unas jóvenes que se enfrentan al mundo sin miedo, pero en Chicago 2012, por ejemplo.
       
        Respecto a esto, el director dice en prensa: “La historia de estas chicas sólo es posible en un periodo durante el que el control social sobre las adolescentes no se ejercía con la misma fuerza que hoy. […] Es difícil imaginar en 2012 a unas adolescentes comprando un coche, alquilando una casa y viviendo sin que los padres o las instituciones sociales se inmiscuyan”.

        De acuerdo Monsieur, tiene razón pero precisamente porque es difícil imaginarlo, debería ser tema de creación para tipos como usted. ¿Qué hacen o dejan de hacer, o pueden hacer o no las adolescentes del año 2012 (fuera de un aula)?

        Aún así, la película pone sobre la mesa los problemas de una joven de aquella época: la pobreza material, su propia adolescencia, y el hecho de ser mujer. Después, aparece la madurez. Y la nostalgia. Y el mayor atrevimiento, que desemboca en un secuestro que resulta ser el final del grupo. Como dice Cantet, este final no es un fracaso en sí, sino un encuentro con la realidad, que es la que vence.

        Por otro lado, creo que le sobra media hora, o al menos veinte minutos. Sobre todo al final. Quizás al espectador ya no le importe saber qué fue de Legs, la chica fuerte del grupo. Historia contada en un orden temporal correcto, pero un poco cansino. A Katie Coseni (“Maddie” en la película) le dan el premio Concha de Plata a la mejor actriz. Correcto; merecido. Yo se lo hubiera dado también a “Legs” Raven Adamson, guapa chica ella, circunspecta dicen. Cantet hizo su casting buscando chicas por todo Toronto, y desde luego que lo hizo bien. No es un gran título pero se deja ver, que no es poco.



All Apologies


All Apologies by Fementido


        Cinta china sobre la modernidad en ese país. En un accidente muere el hijo de una familia. El conductor lo pasa mal en el hospital y necesita un dinero que su mujer saca a cambio de gestar otro hijo para el padre que ha perdido la criatura (mediante violación). Historia que en Occidente sorprende por su crueldad. Pero la directora de la película dice que «en la China rural las mujeres mantienen aún un fuerte grado de sumisión». Por lo que hay que pensar que la historia es verosímil. Shock cultural entre los mismos chinos. «En los ambientes campesinos hay muchos proverbios al respecto pero uno de los más famosos es el que viene a decir que si no tienes un hijo varón has perdido tus raíces».

        Una cosa es esto, y otra cómo se cuenta. Las maneras que usan los hombres. Porque una vez que se consuman los hechos hasta ahora contados, las cosas pueden ir a mejor con un poco de comprensión. Pero el marido que espera el “niño” le abronca a su propia mujer porque no le ha comentado nada sobre los intentos de ella de informarse acerca de la posible adopción de un niño (ella ya no puede tener más), cuando resulta que él convive con la mujer a la que ha violado, esperando su próximo parto. Por otro lado, el marido accidentado de la mujer violada le dice al violador que consiga un niño con su mujer (le da carta blanca para la violación), y sin embargo, por si todo esto fuera poco, cuando se entera de que esto mismo es lo que ha ocurrido, trata a su mujer como si fuera menos que algo, y le exige que le entregue la hija que ya tenían de antes.

        ¿Alguien se ha enterado? Historia forzada. Al final la directora lo desarregla todo con un pequeño añadido textual en pantalla, por el que nos enteramos de que finalmente el violador fue a la cárcel, y la violada pudo quedarse con la niña que ya tenía de antes. Si bien es de interés el planteamiento, la historia se le escapa en buena parte a Emily Tang. Es necesario explicar al mundo ese tipo de particularidades en la cultura china que nos siguen asombrando a todos, pero, si se hace mal, se embarulla todo. Una cosa es lo que mandan las tradiciones, la importancia del niño varón, la sumisión de la mujer, etc…, y otra sugerir en la película que la hijoputez más absoluta campa a sus anchas por el medio rural chino.


Emily Tang
Emily Tang


        Continuamente se come en la película, con esos cuencos y pocitos tan cinematográficos, añadidos los palillos, el silencio, el tabaco. Exteriores rodados con tino. Falta absoluta de comunicación en la modernidad de la metrópoli china. Aún y todo, recomendable de todas, todas.


Rhino Season


Rhino season



        Película que atrajo mucha más atención por causas exteriores que por sí misma. A saber: primer pase ofrecido con una supuesta copia defectuosa, en un día de huelga general. Discurso alarmista del director Bahman Ghobadi, invocando a su trabajo como medio de huir a su propia muerte por desesperación. La atractiva presencia de Monica Bellucci. Digamos que, según pase el tiempo, todo esto se irá olvidando, y quedará como tal la película. Que no está mal. Rodada en un Estambul de postal, en una serie de localizaciones muy preciosistas. Cuenta la historia de un poeta que en su día fue encarcelado tras la venida de Jomeini al poder en Irán, junto con su mujer. Ésta será liberada, dándose por muerto al marido. Pasa el tiempo, éste también es liberado, y se pone a buscar a su esposa (la Bellucci). Intercambio de imágenes entre el pasado en Teherán y el presente en Estambul, entre lo cotidiano y lo irreal y lo soñado.

        Película que se lleva el premio a la mejor fotografía, lo que no sorprende, si se tiene en cuenta que es un intento de rodar cuantos más planos de bella factura, mejor. Un intento más o menos decente de crear cierta poesía con la cámara. Ahora, que el tapón posiblemente se pase de rosca, es algo que hay que tener en cuenta. El final: dudo de si muere o no el poeta, porque me hago un lío con los coches que aparecen en la película, o es que el director me intenta liar, sin venir a cuento. Porque yo de coches sé un rato, no tanto de poesía. De esas películas que gusta ver en un Festival, porque reúne una serie de elementos que desaparecen nada más finaliza el Festival.

        Yo le diría al señor Ghobadi que como siga así, le van a empezar a considerar como “el pesado que ya sabemos lo que nos quiere decir, y ya no nos hace tanta gracia como antes”. Futura película de culto por la presencia de la Bellucci y por tres o cuatro planos realmente bonitos (a destacar las escenas en el cementerio nevado). Rescato una frase de la protagonista aparecida en prensa: “El cuerpo es para un actor lo que un instrumento para un músico”. ¡Qué bestezuela es esta mujer! Vamos todos a tocarnos el piano un rato.


Le Capital



Gavras
Costa Gavras


        Para empezar, mejor guión y dirección que en el caso de “El Fraude”; por supuesto, mucho mejor película (de hecho es una película). Gavras, nació en el Peloponeso, en 1933. El año que viene cumple ochenta años, y el hombre parece que conserva muy bien la cabeza. Se construye una situación inicial muy atractiva. Un tipo llega a ser director de un banco de los grandes (con un pasado de clase media), que enseguida se da cuenta de que siempre hay otro más grande por encima suyo, —diciéndole lo que debería o tiene que hacer—. Él decide que su particular misión en la vida es ganar todo el dinero que le sea posible mientras dure la partida. Porque la idea central que Gavras plantea es que, al final, todos los movimientos de capital, especulativos en su mayoría, que se realizan entre los grandes bancos, no son sino pequeñas apuestas, juegos de soberbia, de tozudez, desafíos, retos, casi siempre personales, en los que participan no más de dos o tres personas, cuyas  consecuencias, sin embargo, son universales.

        Mientras escribo esto, alguien le está dando vueltas a una operación con ciertos bonos basura que no le interesan en lo más mínimo, pero que igualmente va a comprar, porque se ha encariñado con ellos, o le apetece perder un poco de dinero para dar cierta imagen interesada. O vender, o compartir, o a saber. Son operaciones tan apasionantes como pueden serlo el comprarse la última novela de tal escritor, o subir el Everest por la cara Norte. El problema es que el ser humano se llena de soberbia, se hincha, se eleva como un gigantesco globo de helio hasta alturas a las que no alcanza la vista. Ni los prismáticos. Apenas ya la figura es entrevista por el telescopio que unos pocos se pueden permitir. Y saber que uno esta ahí, flotando sobre todo lo demás, es una sensación que produce adicción; o debe de ser así. No creo que sea tanto el dinero que se gana mientras tanto, sino que el ego-globo sigue y sigue ascendiendo. Y el límite es el infinito. ¿Quién lo detiene? ¿Quién va a subir a pinchar el globo, cuando uno empieza a ver la Tierra desde lejos, y le empieza a coger el gustillo a la vista que se contempla? El tema es que los demás, bichitos que nos movemos en la superficie, no contamos para nada. Fin de la cuestión.

        Lo que no me gusta de la película es que, ya planteado el juego, usa al protagonista como si fuera un pelele al que hay que hacer viajar de París a NY, a Londres, a Tokyo, o adonde sea. Aparece por ahí una putita que le pone cachondo. La relación con su mujer se resquebraja. Su familia le admira, pero a la vez le rechaza. Todo esto le sobra al espectador, que lo único que desea, al menos en mi caso, es ver un poco de acción diferente. O bien echarse al monte con una filosofía clara y sencilla, o bien, asesinar a todos los presentes en la junta general del banco, como símbolo. Necesito un mensaje más contundente,  más directo, bien sea intelectual, o mediante una acción más violenta, porque de alguna manera, el cine debería alimentar alguna de estas dos vertientes, tratándose de problemas que realmente, en el mundo real, requerirían de una solución más directa; por ejemplo, la entrada de unos cascos azules de la ONU en Wall St. para desalojar aquel nido de víboras.
       
        Alguien se puede sorprender al leer esto, pero no hay que olvidarse de que esto es un crítica de una película, y ésta se proyecta en una sala de cine, no en la calle. Se diría que es en ésta última donde se ven las películas, y en aquella donde uno se recoge para intentar comprender una realidad que no acaba de aclararse en estos últimos tiempos, despistada como está ella misma, al observar que todo el protagonismo se lo llevan la propia calle, y sus cámaras de seguridad, no las de cine. Gavras no debe quedarse a las puertas de explicar algo que todos intuimos, y dejarlo así, como una historia de un tipo que coge aviones como yo bebo cafés, juega al Monopoly con mis ahorros, mientras que intenta tirarse a la top-model más in del momento. En este sentido, Gavras me decepciona. Sin embargo, esto no quiere decir que la película sea una pérdida de tiempo. Aunque se queda más en espectáculo que en otra cosa. Nos intenta mostrar cómo es un tiburón financiero moderno; éste es tan parecido al que siempre ha existido que habría que exigir algún tipo de conclusión más actual.

        Ya en prensa, Gavras dice algo que tiene más sentido, que quizás debería haber enfatizado aún más en la película. De entre los banqueros, los peores son los anglosajones, y los peores de los peores, los estadounidenses. Vale. Ya sabemos que la cultura económica anglosajona últimamente está que se sale. Gavras dice que la ley está de su lado. «Es difícil regular el sector porque en el mundo anglosajón no se hace, entonces para los Bancos europeos resulta complicado competir sin degenerar hacia la especulación». Dejémoslo aquí, no vaya a ser que ahora resulte que los bancos no anglosajones sean una pandilla de santos inocentes.

        El problema, creo yo, es que por muy hijoputa que sea uno, siempre hay otro mayor. Y volvemos al problema de la pescadilla que se muerde la cola: alguien quiere serlo todavía más. Y más, y más, y más.


Teatro Principal by Fementido



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