BAFF 2008 - Festival de Cine Asiático de Barcelona - Decima Edición



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        Este año ha sido mi primer encuentro con este festival. Teniendo en cuenta que de los diez días que ha durado, cuatro he estado fuera, y saliendo a las siete de la oficina los días que sí he estado en la ciudad, al final el haber visto once películas creo que no está nada mal.

        Aunque mi interés por el cine japonés siempre ha destacado sobre el resto del cine asiático, la situación varía a cada año que pasa. Ya en Osaka, ciudad en la que viví cuatro años, me di cuenta de las enormes posibilidades del cine tailandés, coreano y chino.  En este festival he acabado por visionar sólo dos películas japonesas, más dos chinas, dos tailandesas, una filipina, una malaya, una hongkongnesa y dos  coreanas.

        La increible variedad de puntos de vista, argumentos, formas de rodar, y propuestas en general de los directores asiáticos hace muy difícil el hacer una teoría general sobre la situación del cine asiático. En cada país, hay tendencias, sin embargo. De Tailandia llegan películas todavía algo pretendidamente exóticas, pecando de cierta prepotencia estilística, pero a su favor cuentan con una belleza estética nata. De Hong Kong nos llega la acción, o bien, el lado moderno de la vida, jóven y rápido. De China, el cine más humanista, más universal en cierto sentido. De Corea, el cine más hollywoodiense de Asia, con cualquier tipo de premisa, en el que se tiende a querer atrapar al público, sin trampa ni cartón. De Filipinas, o Malasia, un cine más sencillo, pero no por ello menos interesante, o surrealista en este caso. Por último, de Japón llegan películas modernas, jóvenes, no tan rápidas ni tan evidentes como las de Hong Kong (o Taiwan); así, a veces, más arriesgadas, otras, intentos fallidos de unir un poco de todo: existencialismo asiático, la nueva estética japonesa, modernidad occidental, clasicismo (la vieja estética), etc... Las poco a poco más extensas filmografías de directores procedentes de otros países con el tiempo se darán a conocer, y a la vez, las tendencias cambiarán según se den intercambios estéticos/de ideas.

        Tengo que destacar la gran organización de este Festival. Sin grandes alardes, sin tampoco demasiados medios aparentes, consiguen que una ciudad del tamaño de Barcelona disfrute por unos días de selecto cine asiático. Este año se cumplía la décima edición, por lo que sabiamente se ha decidido programar algunas películas clásicas para el propio Festival (que también lo son en general). Y era a Hong Kong al ente cinematográfico al que se le dedicaba especial atención. Creo que el año que viene le toca el turno a Japón.

       
        A continuación, paso a señalar las películas que he visto. Para ver el programa general del que se ha podido disfrutar, ir a:
Programa Baff 2008 - 10 Edición

        Empezaré por las dos películas japonesas. Una ya la había visto en su día. Los jaleos que se producen en el tiempo y en el espacio... Vi la película All About Lily Chou Chou (2001) en Osaka, a través de un vcd pirata comprado en Hong Kong. Y hace unos días, la he visto en un cine, como se merece, en un Festival dedicado especialmente al cine de Hong Kong. Decir que la película me ha gustado más en su segunda visión. La primera se puede decir que fue una desenfocada; no es fácil para un Occidental asumir las historias que se cuentan en esta película cuando uno sale a la calle y se encuentra con esos mismos escolares japoneses, bien con pantalones o falditas. Saliendo de los cines Maldá, es diferente. A las historias se les da el tiempo suficiente de reposo, y tras ello, la reflexión es más comedida (la tranquilidad que aporta la lejanía). Quizás a la película le sobren unos minutos, unos cuantos planos en los que aparecen esas cansinas pantallas de ordenador; a cambio, se nos deleita con la banda sonora. En mi caso, poseo una doble versión, es decir, la propia banda sonora, y el supuesto disco que le lanzó a la fama a la misteriosa cantante de la película. Los interesados, que se pongan en contacto conmigo. No voy a entrar aquí en disquisiciones sobre la juventud japonesa. El director, Iwai Shunji, no es precisamente un palurdo en el tema. Recomiendo también Hana To Arisu, más simple, más ordenada, más digerible.



Destino: Osaka Foto Fementido
Destino: Osaka


        La segunda película se llevó mi primer gran premio particular. Se trata de Rebirth (2007), de Kobayashi Masahiro (no confundirse con otro gigante del cine japonés, Kobayashi Masaaki). Lo primero a destacar del visionado de esta película en el Aribau fue el comportamiento del público. La película exige paciencia, y mucha. No se puede exigir que todo el público presente esté dispuesto a la completa seriedad, porque cada uno se mete con sus circunstancias en la sala. La película es un cúmulo de repeticiones, en las que la imagen y el sonido actúan como únicos conductores. La sensibilidad, la atención al matiz y el dejarse llevar deben ser la mezcla conveniente para saborear esta gran película. El director juega al límite con la posibilidad de la repetición. En mi opinión, nada tiene que ver esto con devaneos estéticos, ni con ganas de quedarse con nadie. Kobayashi simplemente retrata de una esplendorosa manera el moderno modo de vida japonés. La repetición en la vida del japonés corriente es lo que le ata precisamente a la vida. Esto como en todo el mundo, pero allí el proceso se sufre de una forma muchísimo más concreta. La acentuación de los momentos del desayuno y de la cena le dan al conjunto un realismo todavía más apabullante. El comienzo de la historia es casi lo de menos. Una vez llegada a Tomakomai la pareja protagonista empieza de veras el duelo entre lo cotidiano y la parte de orgullo que le queda a la mente individual japonesa. Paisajes industriales, también interesantísimos hallazgos cotidianos japoneses. Cualquier interesado en la cultura japonesa DEBE ver esta película. A continuación, una foto del puerto de Tomakomai, tomada en Diciembre del año 2006, desde el ferry que me llevó hasta allí desde el puerto de Tsuruga:



Puerto Tomakomai Foto Fementido
Puerto de Tomakomai, Dic 2006



        Paso al cine chino con The Devil´s On The Doorstep (2000), de Jiang Wen, película que también vi en su día en Osaka (gracias al dvd que me pasó mi amigo Bernar, traído especialmente desde Shanghai). La película es un clásico anti-guerra, y uno de los mejores ejemplos del cine chino más humanista. Aunque en este caso el tema central sea la ocupación japonesa en el país, yo destaco más el componente humano de la película. El final es uno de los más desasosegantes que jamás haya visto, como cualquiera referido al final de una guerra, en el que la situación resultante es tan nueva, y a la vez tan vieja... Las escenas de la gran cena nocturna de los japoneses me retrotraen a la vez a aquellos salvajes mexicanos de The Wild Bunch. Ya sea de temática bélica, de aventuras, drama o comedia, no cabe duda de que el acercamiento hacia el cine de los chinos sigue el esquema clásico que consiste en contar una historia, de la mejor manera posible, dejando de lado todo lo demás. Si alguien quiere ver una película en su más fidedigna definición, que escoja cualquier título chino continental. O casi cualquiera. Porque la segunda película china que visioné fue la gran decepción del Festival. Useless (2007), de Zhang Ke Jia, en la que se rompe la norma, y se nos ofrece una pretenciosa visión del cambio industrial que ocurre en China. La película parece un documental, quizás lo sea, que empieza con cierto interés al mostrarnos la cámara  unos pabellones industriales llenos de máquinas de coser. Luego todo se disuelve en un conjunto de imágenes aburridas y bien poco comprensibles.



Shanghai Foto Fementido
Shanghai, impresionante visión


        Sigo con la película de Hong Kong. En su favor, de 1999. Ya por aquel entonces se nos muestra un Hong Kong sucio, real, y mágico a la vez. Los protagonistas están en buena medida condenados a vivir en ese pequeño laberinto de callejuelas que es Kowloon. Aún hoy en día esta parte de la ciudad sufre del desarraigo de la gran isla llena de rascacielos y ejecutivos encorbatados. El delta del río que separa la isla del continente sigue siendo uno de los parajes más asombrosos que existen en todo el planeta. El viaje de ida, desde el continente, es grato y ansioso; uno quiere llegar a la zona limpia y más aseada, en busca de una idea de lo que es, o fue, el éxito de la colonia. Sin embargo, paseando por la propia isla, también uno se encuentra con callejones sin salida, puestos de comida dignos de aparecer en cualquier saga medieval, en los que la sangre de los animales se mezcla en el suelo con el agua de las mangueras que intentan atenuarla. Un paseo delicioso, al fin y al cabo. Es al volver al continente, y ver de nuevo la suciedad y la sumergida economía de la que vive esta parte de la ciudad, cuando uno se da cuenta de que no debe ser nada fácil vivir en ésta. Y eso que el viaje desde el aeropuerto hasta la estación central le hace pensar al turista que Hong Kong bien podría ser la nueva ciudad de sus sueños. Volviendo al cine, la película se llama Love Will Tear Us Apart (1999) y no deja al espectador indemne después de verla. Las escenas en el bar, y las correrías por las callejuelas muestran momentos de la vida de unos inmigrantes chinos intentando sobrevivir. Recomendable de todas todas.



Destino: Estación Central Hong Kong Foto Fementido
Hacia Kowloon




Metro Hong Kong Foto Fementido
El Mapa del Tesoro


        Toca el turno a los tailandeses. La primera película fue un pase nocturno de la sensual e interesante Ploy (2007). Del director, Pen-Ek Ratanaruang, es la tercera película que veo. Quizás sea la mejor. La primera, Last Life In Universe, (2003), fue una agradabilísima sorpresa. Asano Tadanobu, ese actor japonés a veces tan cercano, realza el espíritu relajante de la película. Las últimas escenas en el río Dotonbori de Osaka también me ayudan a recordar mejor la película, eso sí. La segunda película, Invisible Waves, (2006), con la que repite con Tadanobu es un bajón de calidad, y en realidad se repite el esquema de Last Life pero sin un objetivo concreto. Llena de imágenes bastante sugerentes, la historia no se tiene mucho en pie. En Ploy, algunos vicios de Ratanaruang se repiten. Su obsesión por la lentitud en este caso no hacen resentirse a la película. Una pareja llega a un hotel. Ella se queda en la habitación y él baja a recepción a comprar tabaco. Un zoom a una cajetilla de tabaco es el que hace que el esquema espacio-temporal de la película se rompa, y el director juegue, sin abusar, con el espectador. Hay una serie de imágenes muy bellas, otras muy atractivas, y en definitiva, la película bien puede ser una especie de sueño dentro de un sueño. Recomendable este director. A visionar por la noche; si es cálida, mejor.

        La segunda película tailandesa fue Wonderful Town (2007). Otra especie de película-sueño, en la que parece que también los actores se dejan llevar por el carácter tropical de su clima. Un comercial llega a un pueblo tailandés que en su momento fue arrasado por el gran tsunami de las Navidades del 2006. Se enamora de la joven que trabaja en el hotel en el que se aloja. Algo, que no se explica en la película, que bien puede ser la pura casualidad, o la venganza que crea ésta, hace que la relación sea finalmente imposible. A destacar lo etéreo de la película; la sensación que sugiere es la de que en cualquier momento todo puede cambiar. Eso sí, los factores que producen el cambio están ante nuestros ojos. No hay por qué ir muy lejos; quizás solamente hasta la orilla de nuestro río.

        Poco a poco el cine tailandés va tomando cuerpo, fuera de las historias de terror y del sabor a leyenda clásica tropical. Sin dejar de lado su origen, y el toque esteta de sus directores, hay que tener muy en cuenta a este cine en el futuro.

   

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Ploy: en el hotel de los sueños, fumando
   


        Antes de pasar al cine coreano, comentar la película filipina y malaya. Se trata de Tambolista (2007), la primera. Director: Adolfo Alix Jr. Evidentemente, en la película no aparece el decorado que se le proporciona directamente al artista al poner la cámara en las calles de ciudades como Osaka o Hong Kong (y esto lo escribo por mi pasión por la gran metrópoli deshumanizada). Se muestra a un grupo de jóvenes en busca de su propio futuro. El protagonista y sus amigos recurren a la música para soportar mejor su vida cotidiana. Pero surge la tentación, y más tarde, la tragedia, en mitad de una gran calle. La película es digna, muy digna, respecto a sus limitaciones. Futuro hay. Presente es. Cine filipino.

        De Malasia llegó The Beautiful Washing Machine (2004), de James Lee, hombre al menos obsesionado con la palabra love, no sé si con el amor, si nos fijamos en el título de sus películas. La película es un arrebato surrealista, de la que se puede decir que su protagonista es una lavadora; al menos es el objeto/persona que más planos recoge. Se hace a ratos interesante, según sea más o menos confuso el argumento del momento, y a ratos, se hace difícil de seguir. Grandes planos, sobre todo las escenas finales en el supermercado, bastante influidas por la película de Godard Tout Va Bien (1972). Hay que afrontarla con ganas de ver cine. No un cine diferente, sino un cine que necesita mayor esfuerzo por parte del espectador.




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Gran Cartel



        Corea. Tres películas muy diferentes entre sí. La primera que vi fue el documental Dear Pyonyang (2005), que trata de una familia norcoreana, parte de la cual reside en Corea del Norte, y parte, en Osaka (para ser más específico, en el barrio de Ikuno). Se describe, poco a poco, las relaciones de la hija y de su padre. ambos en Osaka. Él afronta la muerte, mientras se muestra al espectador el proceso por el que los tres hijos restantes fueron enviados, de pequeños, de vuelta a Corea del Norte. Han pasado muchos años desde aquello (cuando el régimen coreano todavía mostraba signos de fuerza económica, y sobre todo política y social) y en estos días, el padre poco a poco es consciente del destino al que condujo a sus hijos. El tema es tratado con mucho cariño, así como la situación general de los coreanos de segunda o tercera generación nacidos en Japón. Una película que también es aconsejable para cualquiera interesado en las relaciones entre japoneses y coreanos, con la ventaja de poder vislumbrar desde más cerca la situación de un país tan misterioso como Corea del Norte. Un gran documental.

        La segunda película, que se tornó finalmente ganadora del Festival, es Secret Sunshine (2007). De duración algo exagerada, sufre también de un guión demasiado cargado. Suceden demasiadas cosas a la protagonista, y surge de nuevo la total indiferencia que sienten los directores coreanos hacia el concepto de verosimilitud. No voy a entrar en el argumento, que tiene su gracia, pero limitada. Quizás dentro de unos pocos años el boom que vive el cine coreano colapse. ¿Por qué? Porque el mismo juego repetido muchas veces cansa. O a mí por lo menos, que ya he visto unas cuantas películas coreanas -comedias, básicamente- que rozan el plagio entre ellas, y que una vez consumido el efecto sorpresa, me dejan cada vez más indiferente. ¡Ojo!, esto no quiere decir que no haya que seguir viendo bien atento todo el cine coreano que se nos venga encima. Hay muchas perlas por ahí sueltas. Lo mismo que con el cine japonés, taiwanés y hongkonés. Con el resto, la aversión al riesgo debe ser menor incluso.

        En resumen, gran selección de películas las que pude ver, con dos obras maestras incluidas, en mi opinión. De mucho mérito el esfuerzo de este Festival para hacer llegar al espectador las grandes posibilidades del cine asiático.

        Como ejemplo que yo propongo, me gustaría ver en pantalla el tríptico sobre el amor (en una sola película) About Love (2005) en la que se muestran diferentes historias en las ciudades de Tokyo, Shanghai y Taipei. Eclecticismo asiático absoluto. Argumentos facilones, pero muy bien conseguidos. Maravillosos decorados.


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