23 Julio 2005
2009
Lost Memories
Aprobemos la película, porque es de lo más
educativa,
para empezar.
Más de dos horas sugiriendo que la culpa de todo la tienen
los
japoneses. En un futuro 2009, donde Corea es Japón, y donde
no
veo yo que haya diferencias notables entre ese país
japonés del futuro, y la Corea del presente. Neones, una
fiesta
de puta madre (por cierto, ¿se aclara algo sobre
qué iba
la fiesta?). y la calle llena de neones, de gente paseando, hablando
japonés. Pero, ¿qué quieren los
coreanos,
¡joder!? Se supone que salieron vencedores en el 45. Pero,
claro,
los yankis y rusos les metieron en el jaleo de las dos Coreas, tuvieron
que dividirse en dos, y todavía no saben cómo
reunirse.
¡Pero bueno! ¿Y qué culpa tienen los
japoneses?
La moda en Europa es separarse. Sigan la moda,
¡señores!
Una película que salvando este tipo de juegos vecinales, se
queda en un capítulo de Stargate, con más
cámaras,
más ruido, una música horrorosa, (que hoy en
día,
suena a musical cruce entre alegoría gay y telediario de
algún país del Este de Europa), y ni siquiera
la buena de la película está buena. La
que
está muy rica es la mujer japonesa del malo, a la que
maltratan
los coreanos, mostrándole como sumisa, zoqueta, ama de casa,
siempre con kimono, y bandejas de té. Pero ¿no se
han
enterado en Corea de que el kimono lo llevan en Japón
sólo las viejas que van al kabuki los viernes a las tres de
la
tarde a casi 40 grados, o las señoritas de 15
años que
quieren lucir palmito? ¿No se han enterado de que las
japonesas
solo amagan doblar la espalda hacia delante cuando se van a probar algo
de ropa nueva? Y el poli malo también lleva kimono, con una
redomada pinta de payaso. Y los jefes de la JBI, son tan astutos, tan
listos y tan demoniacos, que tienen en sus fuerzas policiales a un
sucio coreano, cuyo padre era un traidor a la patria japonesa.
¿Qué mas quieren? A eso le llamo yo igualdad de
oportunidades.
El poli bueno, al principio de la película es capaz de
cargarse
a decenas de coreanos sin mover una pestaña. Pero luego, de
repente, comiendo sushi se acuerda de que el kimuchi es coreano, y hace
mucho que no lo come, y se le revuelve el cerebro.
¡Apasionante!
Las escenas que combinan el o-hanabi con los tiroteos en las catacumbas
del bar de Pusan no se qué quieren decir. ¿Son
asesinatos
los o-hanabis, acaso? ¿Es un elemento de una nueva ola de
romanticismo coreano?
Lo peor de la película es el intento que tiene de poner por
debajo ciertas costumbres japonesas, haciéndolas de menos.
No me
gusta el detalle. Los europeos somos sensibles a estas cosas.
El victimismo de los coreanos en esta película es un poco
penoso.
Cambiamos de perspectiva. Siempre se les echa la culpa a los yankis,
pero, ¿no estaría detrás de
la guerra de
Corea toda la extrema derecha japonesa? No podía ser de otra
manera. El terrorismo coreano lucha contra el Estado
japonés,
para hacer una Corea libre e independiente. Estoy con ellos. Ese toque
de guerrilleros guevarianos, ese chavalillo con el pelo largo y la cara
sucia, que saca las fotos de su papi en pleno apogeo de ametralladora,
y el héroe que lo salva una vez, y ese intercambio de
miradas
entre el terrorista y el poli traidor, ¡ay!
Pues nada, para pasar el rato. Demasiado largo. Le sobra media hora por
lo menos a la película.
Y la apruebo por su toque de ciencia ficción, que no se
puede
desvelar aquí. Si no, la mandaría a galeras,
porque
apesta a acción yanki.
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7
de Enero de 2006
Dos
Hermanas
Esta noche he tenido doble sesión de cine coreano.
La primera película ha sido Taegukgi (2004), la
película de la Guerra de Corea, ya comentada por el Doctor X
hace unos días. Me atengo a sus opiniones. Gracias por la
peli 
La segunda película ha sido Janghwa, Hongryeon (2003), - A
Tale Of Two Sisters -, del director coreano Ji-Woon Kim.
Una película de lo más intrigante que me ha
dejado muy buen sabor de boca.
Tras las matanzas de la guerra, creía que me iba a encontrar
con una película intimista, de tipo drama juvenil,
más que nada por el título, y por su comienzo.
La cosa ha ido a mayores.
No quiero desgranar ahora los entresijos, aparte de que creo que
necesitaré un segundo visionado para intentar enterarme
mejor de la película.
Aparentemente, el guión está basado en una
leyenda propia de Corea.
Yo lo que he visto (porque es de estas películas que cada
uno puede ver muchas cosas diferentes a muchos niveles) ha sido un
completo catálogo de escenas que casi siempre tienen el
morbo como elemento común.
Tiene algo de película gótica, con esa casa de lo
más sugerente. Añade locura, pero de la de
verdad, doble personalidad, visiones, fantasmas que hasta pueden
excitar, incesto entre hermanas, nos recuerda al coco que sale del
armario, o al armario que se come los niños malos, a la
figura de la madastra, a las drogas e incluso por momentos parece que
hay posesión demoniaca. El viaje en el tiempo tampoco lo
descarto.
También hay humor, aunque cuesta sonsacárselo a
la película.
Además las actrices son guapísimas, y la
niña morenita del flequillo levanta bajas pasiones.
Para añadir más gracia a la cosa, he visto la
película en versión doblada al castellano,
incluyendo las propias toses de no se bien si los dobladores, o de sus
amigos.
No cuento nada más. Una buena y gran sorpresa. Una
película del género que llamaría de
"terror psiquiátrico" y que nos vendrá bien a
todos ver por razones sociales y laborales.
El cine japonés moderno escasea en este país por
problemas de abastecimiento de subtítulos, pero parece que
con el coreano, el tailandés y el chino al menos tenemos
provisiones de momento.
Ayer, solito, y a eso de la una de la madrugada, me puse a ver
"Shutter" (¡gracias! ¡Santo Pater!), en este caso
tailandesa.
La verdad es que tiene momentos que ponen los pelos como escarpias y el
tipo que hizo el casting se merece los mayores elogios de la
película, porque yo creo que la actriz que hace de chica
muerta, y después aparece viva... creo que está
más guapa muerta... Otra película que ya no es
para confirmar el poder del cine asiático, sino para
decidirse por él, únicamente por él, y
dejar de lado al cine europeo, y del todo atrás, bien lejos,
al americano, al menos al moderno, o al que se ha hecho en los
últimos 20 años.
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Es Por
Él, y Para Vosotros
15
de Septiembre de 2006
Es por él suena a spoiler. Es su maldita culpa. De esta moda
que nos han metido en el cerebro a todos. No cuentes la
película, y véla por tí mismo. Es tan buena que
vale la pena gastarse el dinero en ella.
Una de las acepciones en inglés de la palabra spoil es
claramente la de echarse a perder.
Una granizada que echa a perder la cosecha de tomates, por ejemplo. Si
nos metemos en otro tipo de terrenos, los intelectuales, se puede decir
que alguien nos arruina la cosecha intelectual que vamos a conseguir al
ver una película, si nos cuenta parte de ella antes de verla.
Todo esto suponiendo que el proceso de ver una película suponga
para el espectador al menos una esperanza de una mínima cosecha
intelectual.
Todos sabemos ya a estas alturas, que para ver cualquier
película de Hollywood al uso, no es necesario siquiera
plantearse ningún tipo de esperanza. El problema ya viene de
origen, y es el de ponerse a ver una de ellas.
Lo que me saca de quicio es que exista el concepto de spoiler
dentro de las fronteras de aquel país. No es más que para
escurrir un poco más el bolsillo del desesperanzado, del
peligrosamente ingénuo, del ignorante, o del idiota.
¿Spoiler? ¿De qué? No quiero que me cuentes la
película, no porque me la eches a perder, sino porque me haces
perder el tiempo.
Si nos dirigimos al cine hecho en Europa, nos metemos en un berenjenal
importante, en el que no está tan claro el asunto. Pueden salir
ideas interesantes de cualquier película europea hecha con un
poco de amor al arte. Y quien dice Europa, es decir el resto del mundo.
Fuera. Fuera de aquellas fronteras.
Intenta saber qué
hay dentro del huevo rojo, pero sin romperlo
Para vosotros
Al Pater Noster y al Dr. X habrá que recordarles una vez
más que esta Iglesia fue edificada en un barrio de gran pobreza
de Osaka. La falta de subtítulos, de cine clubs, de videoclubs
con algo de criterio y de ediciones a comprar a un precio razonable
hicieron que la zona fuera clasificada como catastrófica por
todos nosotros y empezamos a construir la ermita. En esto estuvimos de
acuerdo.
Las cosas han cambiado, y mucho. Han surgido los subtítulos que
vinieron de Hong Kong, y por supuesto, los precios que nos cobran por
allí. Se han descubierto en Osaka cine clubs que nada tienen que
envidiar a los que yo conozco en Europa. Hay que hacer un esfuerzo, hay
que dejarse un billete en la taquilla, o dos o seis. Pero hay que
hacerlo.
Mi odio hacia los videoclubs japoneses todavía supura a veces,
pero ya no es tan lacerante.
¿Y qué leo por estas páginas? ¿Dónde
está el interés por el cine asiático?
¿Qué fueron de las historietas chinas y coreanas aquellas
que nos contaba el Dr. X? ¿Es que le habrá entrado miedo
de echar un vistazo a las películas que compró?
¿Ya no las quiere? ¿Se contenta ahora con maravillarnos
con sus vitales experiencias en Osaka y en Japón? ¿Y
qué hace el señor Chumari? ¿Nos repasa la
visión de una pija yanki, que por dos días que se
paseó por Shibuya cree conocer este país? ¿Nos
describe sus queridos tebeos yankis con una foto de Toshiro Mifune? Se
queja de que le vuelven a contar Superman otra vez,
¿contándonoslo él a nosotros a su vez?
¿Qué hace? ¿Por qué? Le exijo
crítica de Cello ¡ya!
(supongo que se habrán fijado ya en cuál es el mood
que tengo en estos momentos)
Más grande,
porque el cine coreano se lo merece
Vuelvo al spoiler. Perfectamente válido con muchas
películas japonesas y coreanas, en las que de verdad se cuenta
algo, y los giros narrativos tienen sentido, aunque no lo tengan, y
respecto a los finales, es que ni siquiera se pueden contar, porque
normalmente no hay final. Es una cortesía. Un detalle del
agricultor, del artista, que le deja al cliente recoger el
último tomate, o recoger la última idea, por sí
mismo.
Yo voy a hablar de dos películas coreanas que he visto hace
poco. No voy a dar sus títulos, pero a cambio hablo de ellas con
total libertad. Esta es la opción más razonable. Si
alguien algún día se cruza con ellas en la pantalla,
será imposible que recuerde este maldito artículo
mío. Porque son historias que se filman una y otra vez en aquel
país.
A y B.
A. es una película sucia, nocturna, en la que el sexo casual, el
insomnio, el suicidio, el trabajo, la alienación y la soledad,
sobre todo la soledad, llenan su historia. Personajes descarnados que
viven su presente, algo que está muy bien, sino fuera porque
todo lo que les rodea es pura inercia. Algunas escenas son primorosas:
la chica que se pone a fumar apoyada en la barandilla de un puente, y
que le dice al chico que acaba de conocer que se va a suicidar porque
está aburrida. ¿Qué fue primero?, ¿el
aburrimiento o la soledad? Porque esta chica ahora no está sola.
Habrá que pensar que se ha olvidado de comunicarse con un ser
humano.
El tipo tiene un trabajo que le permite conocer bien la noche, y sus
habitantes. Otro personaje, casado y con prole, acude a la llamada
telefónica, pero no a la cita. Es mejor hacerlo por
teléfono. La chica que telefonea está atrapada en una
centralita de teléfonos, de la que quiere salir, pero de la que
tampoco quiere salir, pues como dice ella, la salva de la inmoralidad
que reina ahí fuera. Un chico que por su trabajo llega a conocer
a una beldad extrema. Aquí si hay que perdonarle al director su
giro, en el que el chico llega a dormir con ella. Pero lo que nos
comenta éste luego nos recompensa la inverosimilitud anterior
con una verdad suprema: no era ella la que tenía que ser amada
aquella noche, si no él, y vemos a la chica de la preciosa
melena cómo acaricia al pobre diablo.
B. es una película llena de luz. Hay muchísimos
referentes culturales, y se ve que está hecha con cariño
al arte de hacer cine. Hay tanta luz que la primera media hora
realmente parece una comedia romántica al uso. Una chica con la
sonrisa perenne, que cada minuto que pasa está más guapa,
porque el chico que pasa por el lugar donde trabaja le gusta cada vez
más, y además parece de los que son cariñosos,
atentos, y algo bobalicones. Sigue la luz, la chica es ya una ricura
extrema. Vemos cómo se viste en una secuencia bastante larga, y
también casi se palpa cómo está cambiando su
carácter y su manera de ver el mundo. El primero cambia para
peor, pues la chica se vuelve obsesiva con el detalle. La segunda se
minimiza al hecho de no ver el mundo, sino solo a este tipo tan
atractivo (para ella). La cosa se complica cuando sabemos que él
ya tiene una novia.
Ahora, que ya conocen un poco las historias, ya puedo decir que en A.
se masca mejor la vida moderna, y en B. lo que se masca es celuloide.
En A. el final es feliz. No se si forzado o no. El director nos ha
llevado de excursión para visitar la noche, y conocerla mejor, y
de hecho, creo que la conozco mejor ahora.
En B. el final no es feliz. Todo se rompe de alguna manera. Aparece el
suicidio como por sorpresa. Hay locura al final. De un principio que
prometía besos y más cenas románticas. Le veo
sentido al tema. Es una película de horror cotidiano disfrazada
con un cartel de color rosa.
A. y B. son muy diferentes. Me gusta mucho más A. Quizás
porque siempre me muevo más por sus términos. Pero lo que
consigue B. no es nada a despreciar.
Y cuando hablo de finales, es por decir algo. Más que nada es
una idea final, que luego deberá ser digerida más en
profundidad por el espectador.
Luz. Ni demasiada. Ni
a oscuras tampoco
En resumen, no se si les interesarán estas películas. Lo
importante es que son del montón, rodadas sin mayores penas ni
glorias y están hechas para ser vistas por coreanos, lo que
puede abarcar al menos a chinos y japoneses también.
Vivimos en Japón.
Yo he recogido una cosecha amplia y sosegada. Ahora me vendrán
con que mi cabreo surge tras ver este tipo de cine.
Mis disculpas anticipadas si alguien se siente molesto. Cojo mis letras
y me voy a otra parte con ellas.