Inconsciencia Prohibida 1 de Noviembre de 2005


"I met him fifteen years ago. I was told there was nothing left, no conscience, no reason, no understanding, in even the most rudimentary sense, of life or death or right or wrong. I met this six-year-old boy with a blank, cold emotionless face and the blackest of eyes, the Devil's eyes. I spent eight years trying to reach him and another seven trying to keep him locked away when I realized what was living behind that boy's eyes was purely and simply...evil." Doctor Sam Loomis, HADDONFIELD, ILLINOIS, OCTOBER 31, 1963




 Son fechas estas agradables para los sentidos. El vientecillo sur combina bien con los cafés que paran resacas a las cuatro de la tarde cuando nos dirigimos a la sesión de las cinco. Serán otras tres o cinco o siete películas más. Por lo menos así se desarrolla casi siempre un día cualquiera en la Semana de Terror de San Sebastián.
 Ya llevo tres años sin aparecer por allí, y me da mucha pena. Pero todo en esta vida no se puede. Allí se han quedado amigos, proyectos que ya no creo que se vean cumplidos, y muchas esperanzas en el género. Es como los superhéroes, o las paranoias de psicópata, el desviado amor de un monje hacia su particular Diosa, la sebosa saliva del zombie o la lasciva sangre del vampiro. Momentos de evasión que hay que ir sustituyéndolos entre ellos, porque si no uno corre el peligro de volverse real.
Especialmente para mi, nacido el Dia de Difuntos, los mundos de papel o celuloide que nacen en ese imaginario enfermo que es la creación del Mal en alguna de sus variantes, son necesariamente importantes. Junto con las necesidades más básicas, no recuerdo ningún concepto exterior a mi persona que haya estado tan presente conmigo como "El Horror". De pequeñito, tenía su cosa eso de tener miedo a la luz. Quizás lo mío fue peor con el reloj de la cocina. Luego, con más años, tras ver los domingos por la tarde lo que eran para mí obras maestras de John Carpenter (especialmente "Christine" (1984)), mis padres me metían en la iglesia. Pura mestizaje cultural. No sabían nada mis padres por aquel entonces... Si te gusta... toma doble ración!! Así estamos, ¿verdad? Después vinieron los libros, más libros, amigos, y más libros. El amor, sí, pero lo importante era que se hiciese la muerta a veces. ¿Llamamos al psiquiatra? No creo que haga falta en este restringido club de sádicos y adictos a la metálica cadena. Que vengan los payasetes del cuero negro.

El santoral indica hoy "Todos Los Santos", y se les dedica fiesta nacional. Sin embargo, a la masa de difuntos, la del 2 de Noviembre, se la condena al horario laboral normal. Muy feo detalle, señores cardenales. Algún día pagarán por ello. No está esta Santa Inquisición para dirimir diferencias de rango o de sinverguenzería, pero yo adoptaría un especial conciliio para quemar primero los disfraces de color dorado y morado.

 Vuelvo a John Carpenter. En la colectividad Occidental todos identifican insoportables tonadillas de villancico con el nacimiento dichoso. Pues bueno, las dulces notas de la balada "Halloween Theme" que compuso hace casi treinta años uno de los nuevos padres nuestros, el señor Carpenter, creo que deberían ser también canonizadas. ¿Qué dice el pueblo? ¿Nada? ¿Pánico al sintetizador? Quizás.
Ayer no vi Halloween en ninguna de sus variantes, pero sí una película que se puede ver en la televisión que está viendo Laurie en la película de 1978. Unas pocas imágenes de "Forbidden Planet".

No hablaba de música electrónica por hablar. La que hacen Bebe y Louis Barron para esta película es sencillamente alucinante, sobre todo si tenemos en cuenta que la película es de 1956. Eran los felices años en los que, en diferentes países como Alemania, Italia o Gran Bretaña, se creaban estudios especiales donde se desarrollaban nuevas músicas, basadas en la electrónica. En España supongo que con reparar órganos ya tenían bastante.

 



 Las "tonalidades electrónicas" que se mencionan en los títulos de crédito no son sólo un placer para el oído, sino también, la base de buena parte de la música electrónica que surgió desde entonces.
Los decorados y los diseños nos hacen volver a esa idea que se tiene de la "ciencia ficción" en su época más estética, donde los argumentos ciéntificos están al servicio de la imaginación, de la propaganda o del simple sinsentido.

 Hay frases en el guión de esta película que dan pena; los peinados engominados me parecen horribles; la moralina de siempre no puede faltar. Pero si hoy en día vemos la película con la suficiente distancia, se puede convertir en un buen tratamiento de shock para curarnos en algo de la "invasión-de-efectos-especiales-inútiles" que sufrimos.
 No voy a comentar el final de la película para no romper la trama, pero creo que ya es importante decir que hay final. No hay bataliltas, no pasa lo que sabemos que va a pasar o no. No es una película de aventuras tampoco, al estilo de Verne. No hay exceso de ciencia. Muchas veces hay más realismo que ficción. Curiosamente, la película discurre con una tranquilidad a veces preocupante, no parece pasar nada excesivamente importante. Tiene además la virtud de dejar hasta el final la explicación de parte del misterio del "planeta prohibido", que por lo menos a mí me pareció interesante y sugerente, aunque manipulante.

 La verdad es que me quedé con ganas de verla de nuevo (y quizás lo haga) y además la vi en inglés, con subtítulos en japonés
 Un viejo clásico a descubrir, que gracias a quien corresponda, está en el Tsutaya, junto con algún otro más de la época.

 En resumen, una película para ver, escuchar y pensar. ¿Qué más se puede pedir?




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Llamada Perdida 8 de Mayo de 2006


 Allá por el verano de 1994, en plena carrera universitaria, y sin llegar todavía a los 20 años, me metí sin darme cuenta en el mundo de Lovecraft.
No voy a intentar describir aquí nada de éste, porque es imposible, y porque a Lovecraft, y a los escritores de su círculo, hay que leerles, y dejarse llevar.
 Es uno de esos trocitos de cultura americana que los puedo rescatar sin ningún problema. Realmente había algo nuevo en aquellos escritores. Tendrían todavía sus primeras fuentes bebidas de brumosas leyendas anglogermanas, pero los personajes y criaturas que viven en las novelas y relatos de Lovecraft y compañía son modernos, originales y se ven abocados a enfrentarse con situaciones no experimentadas aún por nadie. Y éstas se ven resumidas en el peligro de caer en una locura producida, no desde dentro - el alma humana en lucha contra el mundo - sino desde fuera  - el cosmos que amenaza el débil equilibrio que había conseguido el hombre ilustrado.

 La experiencia para mí en aquella época tuvo sus consecuencias, bastante grandes por cierto, vistas ahora en perspectiva, 12 años después.
 ¿De dónde salió mi interes por las buhardillas con ventanas redondas? ¿por cierta música que puede sonar a violín desafinado? ¿por las ruinas romanas de Mérida, Numancia, Sagunto o de Itálica? ¿por el sueño de pintar imágenes imposibles? ¿o por la locura que puede ser causada por la lectura de un libro? ... ... ...
 Cualquier aficionado a Lovecraft me entenderá.







 Tras ver ayer "La llamada de Cthulhu" (2005), me puse en contacto de nuevo, por unos 45 minutos, con este viejo mundo.
Esta gente de la H.P.Lovecraft Historic Society (HPLHS) se ha currado un mediometraje que, sin duda para mí, es el mejor acercamiento que se ha hecho nunca en el cine a la obra de Lovecraft.
 Los decorados, los actores, su mudez, el blanco y negro, la propia duración de la película y el guión se han conjuntado por fin de una vez para hacer ver algo de lo que imaginó Lovecraft en una pantalla.
 Sobre todo las caras de los personajes, junto con algunos diseños hacen a la película de lo más creíble. Un acierto haberla hecho en este formato. Una pequeña joyita de coleccionista.




Después de tanto tiempo, tenía una llamada perdida de Cthulhu, pero fui incapaz luego de dar con él


 Le debo agradecer al Santo Pater su visión. Él me había comentado que era muda, pero igualmente, y ya por costumbre, la vi con los auriculares puestos. En los títulos de crédito, aparecía el apartado de música, y fui pensando, según veía la película, que todo debía ser una broma al estilo, pues yo no escuché ningún sonido en toda la película. Y no hay más que ver el cartel de la película anunciando su música sinfónica.
 Más tarde, cuando me dispuse a ver otra cosa, me di cuenta de que seguía sin oir nada, y aquello ya no era normal. En fin, que los auriculares estaban mal conectados, y vi "The Call Of Cthulhu" muda, y sin sonido, esto último, por error.


 Y me alegré de ello. Tras comprobar después qué tipo de música había sido añadida, me di cuenta de que todavía la película es más sugerente viéndola sin ningún sonido. De hecho estaba convencido de que en el momento en el que uno de los personajes habla del terrible sonido que escuchó en aquella maldita isla, el director le invitaba al espectador que imaginase por su propia cuenta el sonido.
 En resumen, un acierto de homenaje, en estos tiempos que corren, tiempos en los que Lovecraft no sé que haría para no volverse loco de verdad.
 Hablando de locura, os dejo aquí un test de lo más simpático creado por la HPLHS, para comprobar hasta qué grado estamos locos. Solo para lectores irredentos de Lovecraft, y para los que duermen con una lucecita roja al lado del futón.
 http://www.cthulhulives.org/SanQuiz/SaniTest2.nclk


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El Precioso Legado de los Señores de Valdemar 12 Octubre 2006


De vez en cuando, lo reconozco, acabo empachado de literatura japonesa. Puede influir que me la tenga que leer casi siempre en inglés, o que por muy diferentes que sean los autores entre sí (pongamos a Abe Kobo y Osamu Dazai por ejemplo - los dos últimos que he leído) en conjunto lo son mucho más ellos para mí, que entre ellos mismos. ¡Son japoneses!
 Tengo por aquí, al lado de mi alcoba inexistente, en unos pequeños cofres de madera de pino, cerrados a cal y canto, para que no se acumule el polvo que invade mi humilde morada ortodoxa, una serie de libros y libritos, que se han ido acumulando con el tiempo de la manera más prodigiosa; y en esto, creo que bastante le debo a mi camarada Imanol, un tipo que mueve hilos a lo largo y ancho del mundo, sin salir nunca de su buhardilla con una sola ventana perfectamente redonda.
 Dos de estos libros son sendas recopilaciones de relatos fantásticos y de terror, y casi sin duda, la mejor doble antología que hay publicada en España. Editorial Valdemar. Año 2003 y 2004. Volúmenes 200 y 214 de la serie El Club Diógenes.





Portada del volúmen 200. 40 relatos. 982 páginas




Portada del volúmen 214. 36 relatos. 964 páginas



 En el primer volúmen podemos leer obritas tan perfectas como La Muerta Enamorada de Théophile Gautier, El Grabado de M.R. James, o El Síncope Blanco de Horacio Quiroga.
Del segundo estoy disfrutando ahora. No creo que sea aconsejable leer un volúmen de estos del tirón. Lo mejor es tenerlos siempre a mano, como si fueran (que lo son) auténticas Biblias. Abrirlos por la página que elija el destino, y dejarnos llevar.
 En este segundo volúmen como digo, he estado los dos últimos días, acabando por elegir a Hoffmann, Bierce, Maupassant y Stevenson.

 No van a salir más nombres de estas antologías por mi parte, evitando el riesgo de quedar como más pesado de lo que ya lo soy - ¡¡¡pero comprároslos!!!, caterva de monjes agrietados, no penséis que estos tomos van a salir en alquiler de la mansión Fementida sin volver a vender vuestras almas a cambio.
 (Tampoco van a salir argumentos ni es por ellos. Lo único que voy a a hacer es transcribir la primera frase de los cuatro relatos).


 Vaya cuatro personalidades:
 Maupassant y Stevenson nacieron en 1850 los dos, muriendo el francés en 1893 y un año más tarde el escocés. Hoffmann nació en 1776 y Bierce murió presumiblemente en 1914. Aproximadamente, en estos 150 años (1775-1925) se fundó, cristalizó, evolucionó, y se podría decir que murió el género del clásico relato fantástico-de terror (fantaterror, como diría alguien que yo me se).


El terror no proviene de Alemania, sino del alma (E.A.P.)

Cuando pienso en literatura alemana es verdad que el primer nombre que se me viene a la cabeza suele ser el de Goethe. No porque sea el más famoso, el mejor o el peor, es porque verdaderamente he leido lo bastante Goethe como para considerarlo una especie de padre. Es de estos señores que siempre acaban teniendo la razón. No se en qué montaña nació el tipo, pero desde que tenía seis meses, seguro que ya les debía de ver al resto de alemanes por encima, dándole vueltas en su cabecita a la idea de cómo hacerlos mejor. Y en general, al resto de Europa.
 El que podría ser mi colega ideal alemán es E.T.A. Hoffmann. Más cercano siempre a la vida real, amante de la tertulia acompañada con abundante ponche, y sin embargo, con una capacidad única de describir las posibilidades del arte y de lo sobrenatural, sin olvidarnos de su socarrón sentido del humor.



Ernst Theodor Amadeus (E.T.A.) Hoffmann, 1776-1822

La Iglesia de los Jesuitas de G*** se llama su relato.


 Las primeras páginas han sido por fuerza un reajustamiento de épocas, estilos y culturas.
 Dice la primera frase:

Empaquetado en una miserable silla de posta que hasta las polillas habían abandonado instintivamente al igual que hicieran las ratas con la embarcación de Próspero, llegué al fin, tras un viaje desastroso, molido de cansancio, frente a la posada del mercado de G***

 ¿Cuáles de estas palabras llaman la atención? A ver...
 empaquetado, miserable, silla de posta, polilla, abandonado, instintivamente, igual, rata, embarcación, Próspero (personaje de La Tempestad de Shakespeare), fin, viaje, desastroso, molido, cansancio, posada, mercado.
 ¡Claro! No sobra ninguna palabra. Ya tenemos al ingénuo viajante metido en una aventura, y nosotros dispuestos a seguir leyendo.





Ambrose Bierce, 1842-1914?


A Bierce le toca defender el pabellón americano del cuarteto. Personalidad todavía bastante desconocida, conoceremos más de él con el tiempo, cuando se le haya estudiado mejor. Al parecer murió en terreno mejicano, en plena Revolución. Bien puedo decir que es uno de los mayores cínicos que he leído en la vida. Sin embargo, cuando quiere despertarnos las cosquillas del miedo y del molesto acompañamiento de alguien muerto cerca nuestro, lo hace con una precisión y maestría sin discusión. En su relato Un habitante de Carcosa podemos ver al primer hombre de la Historia que se encuentra ante su propia tumba. ¡Alucinad!
 Sin embargo, en esta ocasión he leído un relato inédito para mí, llamado El Engendro Maldito.
 Y se abre así:

A la luz de una vela de sebo colocada en un extremo de una rústica mesa, un hombre leía algo escrito en un libro.
 Bierce nos sugiere taimadamente cómo hay que leer un libro. Más tarde nos enteraremos de qué va el libro.




Guy de Maupassant, 1850-1893


El loco por excelencia. O sin duda, el escritor que mejor ha representado al personaje loco. Loco en su tiempo, por supuesto. Si Maupassant viviera en nuestros días, todos seríamos personajes locos. Todos. Hemos abandonado nuestra personalidad, y hemos acogido el carnet de identidad, hemos abandonado la noche real y primigenia y hemos acogido la noche que es sólo mentira. Dos detalles a tener muy en cuenta. Sin meterme en más zarandajas, desde luego, como escritor de relatos, le considero a Maupassant como el más perfecto de los cuatro que analizo esta noche de tormenta.
 Su relato se llama El miedo, y empieza con una frase corta, pero perfecta:

El tren corría, a todo vapor, en medio de las tinieblas.

 También todos sabemos hoy en día cómo es viajar en tren por la noche. Pero el maestro francés nos recuerda que hay que saber mirar por la ventanilla, e intentar no comprender todo lo que vemos a través de ella.




Robert Louis Stevenson, 1850-1894

 No hay que hacer demasiadas presentaciones del divino escocés.

 El relaro en este caso es Janet la torcida.

 Su primera frase empieza más pausada que las anteriores, pero con un poder de sugerencia innato en su narrativa:

Hacía mucho tiempo que el reverendo Murdoch Soulis era pastor de la parroquia de Balweary, en los páramos del valle del Dule.


 Ya se nos sugiere antiguo conflicto religioso, y soledad en los páramos.


 La más antigua y fuerte emoción de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y fuerte tipo de miedo es el miedo a lo desconocido. H.P.L.


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Necro ... ¿qué? 22 Octubre 2006



Fementido se encuentra al borde de la extenuación, bien lo sabe mi amigo Urusai.
Pero si me dejo llevar por el cansancio, y me voy de viaje sin escribir estas líneas, me voy a arrepentir de ello toda la vida.
6h30 a. m.

Ya ha amanecido en Osaka, y los viejillos del lugar riegan las plácidas flores que crecen en los cementerios de la ciudad. No ha habido visitas nocturnas.
Sin embargo, me consta que en esta misma noche, la que todavía es en cierto pueblecito de Alemania, las cosas son diferentes. Los muertos esperan visita. Y conocimiento carnal.
Exactamente doce horas antes, en cierto local bien escondido en el entramado de calles y pasadizos secretos de Umeda, un tipo alemán nos ha recordado que esto del suicidio y de la muerte son temas aptos para ser discutidos, incluso en un país como este, en una plácida tarde de domingo.





La sesión ha empezado con la película Der Todesking, del director Jorg Buttgereit. El rey de la muerte. Versión original en alemán con subtítulos en japonés. Afortunadamente, la película no tiene prácticamente diálogos. Pensándolo ahora, creo que ha sido mejor verla sin entender nada de lo que decían. El propio director, en una escena en la que un pobre hombre termina por volarse los sesos con la pistola que le presta cierta chica sentada al lado suyo, altera el sonido de la voz, de manera que se haga incomprensible. Ante el suicidio, el discurso final que larga el tipo no tiene ninguna importancia.
Película rodada en 1989, 80 minutos, mucho más fresca de lo que yo mismo imaginaba, con diversos detalles que la hacen especialmente recomendable para verla en este país.
Escenas llenas de poder, que evocan locura, trauma, desesperanza, inhumanidad, soledad, y empequeñecimiento. Película hecha con seriedad, sin guiños al espectador impaciente de que se acabe la serie de muertes, y sin pretensiones demasiado aparentes (dejando de lado la evidente pretenciosidad de analizar la muerte y el suicidio en una película).






Después de la película, había programada lo que en España se conoce como una tertulia, o charla post-visión de la película. El presentador dice cuatro cosas generales, y genera un debate con el público.

En Japón la perspectiva es diferente. El presentador ha copado más papeles de los que le pertenecen, y se ha hecho además actor y director de la charla. De hecho, sólo ha preguntado él, dirigiendo a su antojo las posibles derivaciones de los temas que se tocaban. Temas que ya podemos suponer eran de lo más sugerentes. Ya mismo puedo resumir lo que este pedazo de máscara podrida nos ha descubierto en la larga hora que ha hablado, y ¡por Dios!, ha dejado hablar al señor Buttgereit de vez en cuando: que la aproximación a la idea del suicidio en Japón es diferente a la que existe en Alemania (Europa). Ha sonreído y todo. Las miradas de odio que le lanzaba yo desde la primera fila creo que le han hecho guardarse su sonrisa torcida para el resto de la noche.




¡A ver si se calla el gafitas!




¿Qué cojones me está diciendo el rubito este?



La intérprete que vemos ha cumplido también su papel a la perfección. Ni idea de cine, experta en añadir desukeredomos por todas partes, ateniéndose al ritmo que le indicaba el infame calvo japonés, quien tras darse cuenta de que había pasado ya una hora, pregunta al público si hay preguntas. Un pobre chaval se ha atrevido a hacerlo, y casi se lo ha recriminado.
El impresentable presentador después ha vuelto a repetir si alguien tenía alguna pregunta, y automáticamente dice que muchas gracias por todo. Hijo de puta.
La cosa no se ha quedado aquí, señores. Fementido le ha pillado por sorpresa al alemán a la salida del cine, y le ha recordado que hace 14 años lo vió campando en San Sebastián, vendiendo postulados tales como que la necrofilia es algo que está ahí, hay gente que tiene esta serie de sentimientos, y no podemos cerrar los ojos a estos hechos (quien quiera comprobarlo, tengo la entrevista guardada en mis personales archivos).
Aquello fue por el estreno absoluto en España del clásico Nekromantik.





Hoy el señor Jorg no ha vendido nada acerca de la necrofilia, y ha dejado claro que todo aquello fueron ganas de provocar, como si no lo supiéramos entonces.
Nos vemos otro año en otro sitio.



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