Thursday, March 02,
2006
GoLEM
XIV
Golem
XIV. Es una máquina, un supercerebro electrónico,
lo
más avanzado que ha llegado a construir el hombre.
Es
decir, la imaginación del hombre. Un hombre, un genio, como
puede ser Stanislaw Lem.
El
hombre tiene tres salidas a partir de ahora,
-
la primera es quedarse donde está ahora.
-
la segunda es seguir conservando su cuerpo, y confiar, como hace un
ciego con un perro, en la máquina.
-
la tercera, es abandonar su cuerpo, y convertirse directamente en un
ente que no dependa de nadie.
Si
hemos llegado hasta donde hemos llegado es gracias al código
genético, no gracias a la Inteligencia. Ésta se
creó gracias a aquel.
De
la perfección de una sola molécula, un ente
atómico sin ninguna tara, ésta se ha desarrollado
negativamente,
a través del tiempo, para llegar a ser el cúmulo
de
átomos que es hoy en día el hombre. No hay vuelta
atrás. El hombre es un fracaso en cierta forma porque no
puede
volver a la perfección formal de los tiempos remotos.
¿Qué
tienen que decir a esto los filósofos y teólogos?
¿Por qué no reconocen la verdad?
¿Por
qué no dejan de teorizar sobre el Lenguaje, y acuden a
teorizar
sobre el Hombre?
Tuesday,
March 28,
2006
LEM
MMVI
No
hace ni un mes que escribía sobre el maestro Stanislaw Lem.
Hoy
me
encuentro con la noticia de su muerte, el 27 de Marzo, en un
hospital de Cracovia, a los 84 años.
Que
yo
sepa, vivos, y de la vieja gran guardia de la ciencia
ficción, solo quedan dos ejemplares: Bradbury y C.
Clarke.
Personalmente,
siempre preferiré a Lem, quien no es en
realidad un autor de ciencia ficción. Es un escritor total.
O lo era. Encasillarlo en ser "el autor de
´Solaris´" es hacerle muy poco favor,
aún por supuesto destacando que la novela le da mil y una
vueltas a cualquier intento de la inteligencia norteamericana de probar
a estudiar la vida desde otro punto de vista. ¡Y que nadie se
atreva a contradecir la conclusión que se saca de todo esto!
¡Que estamos en un funeral, por favor!
Cuando
quería ser serio, lo era. Cuando quería
que el lector se partiese de risa, lo conseguía sin
ningún problema. Cuando quería construir una
simple trama policíaca o de aventuras, no dejaba escapar al
lector de su historia. Y a la vez, enseñaba cosas al lector.
Por esto lo de maestro.
1921-2006
Recuerdo
la noche del 19 al 20 de Enero del año 2004.
Recuerdo muy bien qué estaba leyendo aquella noche: "La
Investigación" de Stanislaw Lem. El personaje, un
policía insomne, se levanta a las seis de la
mañana porque le llaman de comisaria al haber aparecido un
nuevo y misterioso cadáver. Aquella noche, y no se
todavía por qué, la pasé insomne.
También recuerdo reanudar la lectura de la novela en el
metro, a eso de las siete menos cuarto de la mañana.
¡Adiós,
maestro!
Este
párrafo corresponde al prólogo a la segunda
edición de la "Historia de la Literatura Bitica", (es decir,
la escrita por no humanos), de su novela "Un Valor Imaginario",
reunión sin par de prólogos a libros que nunca
fueron
escritos:
La
cantidad de informaciones
contenidas en los escritos místicos es exactamente igual a
la que figura en los textos de aquella personas cuyos generadores de
diversidad son exclusivamente ellas mismas. La conclusión
sacada del proyecto de Brookhaven es la siguiente: "El contacto del
hombre místico con Dios - postulado por la Iglesia - no
constituye un proceso en el cual el hombre consiga una
información superior al cero." Esta frase puede significar
que el conducto de unión postulado por la Iglesia es una
ficción, o bien que el conducto existe, pero el Emisor
guarda un silencio tenaz. En tal caso, sólo razones
extrafísicas pueden decidirnos a escoger entre los dos
elementos de alternativa: Silentium
Domini, Non esse Domini.
Todo
el análisis descrito, y su contraargumentación
teológica, figura en la primera parte del tomo suplementario.
¿Dónde
habrá ido a parar el bueno de
Lem?
Thursday,
March 30,
2006
La
Consciencia
En
Junio del año pasado, escribiendo sobre "2001 Odisea en el
Espacio", prometía pronta y necesaria crítica de
"Solaris" (1972). Acerca de lo de pronta
que el lector piense lo que le parezca. En cuanto a lo de necesaria, no
creo que haya mayores dudas. No podía dejar de ver la
película y hacer un pequeño homenaje a Stanislaw
Lem esta misma semana.
Es
la única película que he visto del director ruso
Andrei Tarkovsky, nombre famoso por ser tan querido como odiado por la
gente. A mí simplemente me gustaría ver
más películas suyas.
Para
casualidades, vi la película por primera vez allá
por Enero del año 2001, en un ciclo de cine de ciencia
ficción europea. Como estaba avisado de su
proyección, me leí antes la novela. Era la
primera que leía de Lem, y aparte de que empezase a conocer
la obra de este hombre, la lectura me sirvió para adentrarme
más y mejor en el género; hasta entonces, a decir
verdad, mis contactos con la ciencia ficción siempre
habían tenido que ver más con la aventura y el
horror, al estilo Wells o Lovecraft.
Por
supuesto que verla en pantalla grande, y con el argumento
todavía bien reciente, fue una de las mejores experiencias
que he tenido en un cine.
¿Por
dónde empezar?
Básicamente,
la película trata acerca de la existencia de un misterioso
oceano que flota en el espacio (no se le llega a denominar planeta), y
de los esfuerzos de unos investigadores rusos por tratar de averiguar
qué pasa en aquel lugar.
El
oceano resultará ser un ente vivo e inteligente, capaz de
reproducir materialmente trozos
de consciencia humana.
El
tema central es la aparición en carne y hueso de la difunta
esposa de uno de los investigadores, un psicólogo que llega
a la estación Solaris sin idea de lo que le va a ocurrir en
ella. Aparte de él, quedan vivos otros dos hombres, cada uno
con sus copias perfectas del cacho
que les toca a ellos de su propia consciencia. Ésto
último es un tema secundario en la película, pero
que no deja de tener su lado sugestivo, al tratar el espectador de
querer saber también de qué se trata la visita
material para estos dos hombres, bastante deshauciados, por cierto.
La
bella muerta regresa y se quiere quedar
Hasta
que el
público se entera de todo esto, pasa al menos hora y cuarto
de película (en total, dura casi tres horas). El comienzo es
interesante, dándonos a ver muchas imágenes de la
Naturaleza, pero enseguida se empieza a describir el lado
burocrático de la misión, en una parte algo
alargada (que se ha quedado algo vieja ya, la verdad).
La
bella, pero viva,
Naturaleza
Lo
verdaderamente interesante empieza a ocurrir cuando el
psicólogo llega a la estación. Se empiezan a
soltar ideas sin parar. En realidad, la segunda parte de la
película es más una obra de teatro, donde los
personajes no hacen otra cosa que dar vueltas a los temas que siempre
han atenazado al hombre: el amor, la muerte, el progreso
científico, el significado del sueño, la
desaparición del recuerdo, el pavor a la pérdida
del ser querido, etc, etc...
Visualmente,
durante toda la película, hay un aire de cutrez. Todo de
alguna manera este viejo, usado, roto. Lo que más nuevo
aparece son las ropas de la muerta, muy bonitas por cierto.
Especialmente un vestido cosido por la espalda con una especie de
lazos, que en dos ocasiones, es desvestido con unas tijeras.
No
hay efectos especiales que llamen demasiado la atención. El
momento en el que despega el pequeño cohete, y el fuego que
se muestra... parece bastante pobre visto hoy en día.
Supongo
que Tarkovsky era consciente de todo esto. No creo que pudiera acceder
a los presupuestos que se manejaban por aquellos años en el
Oeste.
Al
ser una película de ideas básicamente,
personalmente todo esto no me molesta en lo más absoluto.
Aparte
de la novela de Lem, como elemento claramente diferenciador de la
película, está la música de Edward
Artemiev, pionero de la música electrónica en su
país. La tonadilla de órgano que se puede
escuchar en varios momentos de la película tiene mucha
fuerza. Una melodía triste y repetitiva que induce a la
meditación.
Además
de ésta, hay pequeños pasajes de
música electrónica que son admirables para la
época en la que se hicieron. Y efectos de sonido que no
tienen nada que envidiar a ninguna película, ya sea de este
mismo año.
Bastante
ya he escrito sobre la película. No se trata de verla para
conocer lo que pasa al final. ¡¡Y qué
final!! Se trata de que cada uno analice su
propia consciencia
a lo largo de la película, e intentar conocerse a uno mismo
un poco mejor, que no es poco.
Evidentemente,
hacer comparaciones de "Solaris" con "2001, Una Odisea En El Espacio"
es algo muy tentador y razonable. Pero yo no podría decir
con cuál de las dos me quedo. Ésta
última quizás vaya más allá
en lo que a la ciencia ficción pura se refiere; "Solaris" lo
hace quizás en un aspecto algo más cotidiano,
pero mucho más profundo.
CURIOSIDAD
A
la media hora de la película, hay una larga escena de 4
minutos que recoge diferentes planos desde un coche atravesando un
montón de autopistas que se entrecruzan constantemente.
Hoy
leo en www.imdb.com que estas escenas se rodaron nada más y
nada menos que ¡¡en
la Osaka de 1970, justo antes
de
la gran Exposición Universal!!
¿Umeda?
1970
Pues si, a mí también
se me ha materializado
parte de la consciencia pasada, y he acabado por estar viviendo en
Osaka. Un mundo dentro de un mundo dentro de un mundo dentro de un
mundo...
Friday,
September 1,
2006
El
Futuro es Polvo, o Pastilla
No
tengo más remedio que volver otra vez a Stanislaw Lem.
Esta
vez se llama Congreso
De Futurología,
un libro que es capaz de permitir al lector viajes al futuro de lo
más realistas y tremendos.
Escrito
en 1971. Por aquel tiempo la chavalería perdía el
tiempo
y la cabeza con el LSD en aquel país que nació de
una de
esas bromas que suele gastar la Historia.
Tan
grande como lo es al menos la de éste, que nació
siendo
islas cagadas por Los Antiguos Dioses, y ahora no es más que
una
colonia casi penitenciaria. Por culpa de aquellas malditas drogas, de
las tablas de surf y de aquellos desmelenados que nacieron muertos, de
los vinilos llenos de ladridos que nadie debería haber
intentado
entender nunca, de malditos escritores que nunca debieron salir de su
granja, y en general, de un pueblo abotargado y ciego, una gigantesca e
inmunda bestia, que vive en las cloacas, - donde hoy en día
se
hacen los negocios más importantes -, dando manotazos al
aire,
intentando capturar todo lo que se pegue a sus brazos de primate
involucionado.
Pues
Lem en aquella época ya sabía bien todo esto. Nos
da las
suficientes pistas para que sepamos que el mundo futuro que describe no
se desarrolla en otro sitio que en esos estados de ruina y
alucinación colectiva.
Una
sociedad que vive en paz, sin guerras ni mayores problemas sociales.
2039. Todo se ha conseguido a través de la droga. Hay droga
para
todo y para todos. Pero la más importante, y que ya forma
parte
de la atmósfera que respira todo el mundo, es la que permite
ver
el mundo en constante estado alucinatorio. La podrida papilla que todo
el mundo se come pensando que es un delicioso sashimi
recién capturado y acuchillado.
La
amenaza y el lavado de cerebro funcionaban en 1984.
El
mundo de Lem funciona con la droga, la química. Explica con
genialidad y detalle cómo se ha llegado a esta
situación.
No se lava nada. Se suaviza todo con la alucinación. La
podredumbre y el polvo lo invaden todo, pero nadie lo ve, (y si lo
hace, después se le suministra a tiempo una dosis de amnestén,
para que olvide lo que acaba de ver).
El
traductor, Melitón Bustamante y el autor de la cubierta, el
maestro Daniel Gil, nos ofrecen una edición impecable para
disfrutar del mejor
manifiesto anti-droga que he leído nunca
En las
cloacas de
Tokyo se deben asar todos los días los cerebros para hacer
que
en este país siga siendo difícil el conseguir
alucinógenos para cualquier japonés del
montón.
Aquí y ahora, les ofrezco, hermanos de sacristía,
una de
las razones por las que me quedaría a vivir aquí
hasta
que llegara el día en el que pudiera ver la
socialización
de la química y la alucinación.
De
momento, me
tendré que conformar con ver la de la mentira y la amenaza,
la
de una irónica, falsa y poco duradera alucinación
y la de
la tranquilización a través de la
máscara.
Catervas
de odiosos
huevos podridos, el día que verdaderamente alucineis con la
química os vais a olvidar de una puñetera vez de
lo que
es el reloj, el papel y el formalismo. Y entonces, alguien os
preguntará ¿Qué
hora es?, mirareis
a vuestro reloj hasta entonces infalible, y no vereis manecillas a las
que obedecer, y os explotará el cerebro. Y yo me
acostaré
sin tener que preocuparme de activar ninguna alarma nunca
más.