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Allá Del Bisturí - Vital (Bitaru)
9
de Septiembre de 2005
Habría que hacer una más que larga presentación
del director de esta película, Shinya Tsukamoto.
Yo le calificaría como un Takashi Miike más serio,
existencialista, sin ningún sentido del humor. Cada
película suya describe sin miramientos la vida
contemporánea de la sociedad japonesa, fijándose
especialmente en la maquinalización del ser humano, y en sus
traumas ante la vida cotidiana en la metrópolis (Tokyo), el sexo
y la muerte.
Algún día de estos debería escribir sobre "Tetsuo,
El Hombre De Hierro", 1989, obra maestra del cyberpunk, y vamos a
insistir en el tema, con una banda sonora electrónica para hacer
saltar los oídos de placer.
"Vital" es su última película, del año pasado.
Gracias a nuestros patrocinadores del Tsutaya, que ¿algún
día? nos agradecerán el apoyo que les damos nosotros (no
será el que nos dan ellos a nosotros), se puede ver la
película con subtítulos en inglés.
La historia es simple (que no mundana), como suele ser habitual en
Tsukamoto. Un tipo tiene un accidente de tráfico, en el que
muere su chica, o eso es lo que le dicen, porque el tipo se ha quedado
amnésico. Iba a dejar los estudios de medicina, pero
quién sabe si por el accidente, vuelve a ellos. Se destapa al
principio de la película el medio que va a permitir a Hiroshi,
el protagonista, hacer el viaje que le vuelve a equilibrar la memoria,
y al parecer, hacerle posible seguir su vida y sus estudios. No se
trata sino del cuerpo de su novia, al que poco a poco irá
haciendo una autopsia (en las clases de disección de la
universidad), introduciéndose y adentrándose en
él, y a la vez recordando ese pasado que tenía, y tiene,
en común con ella.
Al personaje de la chica muerta, se une otro de una viva, Ikumi,
estudiante de medicina, que como Hiroshi, tiene ciertos puntos de vista
ante la vida, algo alejados de lo que es "normal".
En realidad, pocas cosas son normales en las películas de
Tsukamoto. Las historias para el que le guste el cine realista son
molestas, porque siempre hay en ellas un halo de irrealidad que lo
envuelve todo. Pero lo que consigue Tsukamoto yendo al extremo con los
comportamientos de los personajes, con los planos que rueda de la
ciudad, con la música en algunas ocasiones, con el uso de los
colores, etc, etc, es llegar a describir al hombre moderno, sin nombre,
ilocalizable en la marasma de bloques de apartamentos que pululan por
Tokyo. Es decir, es más realista que cualquier director
realista. No se inmiscuye en valoraciones morales. Simplemente describe
a su manera lo que ve.
Cuando Hiroshi acude a la sala de disecciones no sabe por supuesto que
el cadáver con el que va a trabajar va a ser el de su amada
muerta. No voy a descubrir aquí ni como murió ella ni las
especiales relaciones que mantenían entre ellos. Luego es capaz
de visitar la casa de los padres de ella, quienes se quedan
petrificados ante tal atrevimiento, porque le consideran causante de la
muerte de su hija.
De esta primera fase, luego lo que se puede ver es una
reconstrucción de una verdadera relación humana entre
Hiroshi y el padre. Se nos cuenta la relación entre Ikumi y
Hiroshi, que al estilo japonés, es tratada con misterio hasta el
final (y más allá) de la película. Se nos cuenta
también la relación de Hiroshi con su propio padre. Y
evidentemente, se le da protagonismo a la relación de Hiroshi
con su novia, conociendo poco a poco el espectador más detalles.
De todas estas relaciones, surgidas de la nada, Tsukamoto construye una
historia difícil de explicar, de ponerla en palabras, pero
sabiendo sugerir mucho más de lo que se ve. El amor y la muerte
van juntos, y, en realidad, al final, como tantas otras veces, todo no
deja de ser una historia de amor y de búsquedas de amor.
En este caso, la catarsis que vive Hiroshi no es otra que la de
recordar su pasado descuartizando a su novia (legalmente)
. Tsukamoto
supongo que nos sugiere que para escapar de lo que nos rodea a todos en
estas ciudades-pulpos, la salida es tener fe en lo que uno
confía (por muy extraño que parezca el objeto de
fé, y quizás por esto los japoneses hayan aprendido a
vivir con fés tan diferentes, y sean todos tan parecidos a la
vez) y que hay que tener clara la idea de que nunca se sabe
dónde se va a acabar por muy cotidiano que parezca todo.