7 de Julio de 2006


    Cuentos Japoneses
Japanese Tales Foto Fementido
Joyita de libro de biblioteca, no disponible al público general, por cierto. ¡Gracias, señores!


Exceptuando unos cuantos clásicos de aventuras en forma de novelas - Stevenson, Verne, London, Salgari - creo que mi acercamiento verdadero a la literatura vino más a través del relato corto - Poe, Maupassant, Hoffmann, Lovecraft, etc...

Sin embargo, y no se muy bien todavía por qué, desde que estoy en Japón me ha dado prácticamente sólo por leer novelas. La única excepción hasta ahora ha podido ser Akutagawa. Pero la cantidad de autores japoneses que escribieron relatos es sorprendentemente alta.

Pienso ahora que quizás me haya dado más a las novelas por ese efecto psicológico por el cual uno cree que leyendo más páginas escritas por alguien, uno va a aprender más de ese alguien, y de todo lo que le rodeaba (hablando en el buen sentido de un necrófilo pasado, por supuesto, porque hoy en día querer saber lo que le rodea a alguien es malpensar en el coprófago presente). Este efecto no es sino algo traidor, una falacia como otra cualquiera, pero ¡qué quieren que les diga!, lectores noctámbulos, la memoria del hombre no sirve para mucho más que para recordar algunos nombres y direcciones de seres queridos, y luego nos olvidamos irremediablemente de cómo eran éstos con una facilidad bastante inquietante. Así pues, me olvido del efecto que me podía causar un relato de Lovecraft, pero recuerdo perfectamente que el tipo era de Rhode Island, y de que murió el día posterior al que naciera mi padre.

¿O todo esto es al revés? Me olvido de dónde nació Maupassant y recuerdo todavía el efecto que me produjo su relato maestro "La noche".

Metiéndome ya en materia de sueños, ¿qué es mejor? Recordar cómo cambia el carácter del doctor Fausto a lo largo de muchas páginas, o recordar cómo se pudre en unas pocas letras el señor Valdemar. No lo se.

Los japoneses algo sabrán de todo esto, cuando son capaces de darle tantas vueltas a un haiku, y a la vez, poder leer sin problemas novelas tan largas como son algunas de Soseki o de Shimazaki. Bueno, algunos japoneses, no vayamos a pensar.

Decía que hay muchos escritores japoneses que practicaron el arte de escribir relatos cortos, y ahora estoy metido del todo leyendo una antología de ellos.

Y voy a destacar uno de ellos, "The Charcoal Bus", en mi humilde traducción, "El autobús a vapor", que eso del carbón es idea del traductor, a saber por qué.


El escritor es Ibuse Masuji (1898-1993), autor de "Lluvia Negra", una de esas novelas que siempre tengo en mi lista de espera. Un tipo con fina ironía y sutilidad, que usa como nadie en este relato que cito.

En cuatro paginillas, Ibuse hace pensar al lector muchas cosas, y nos dice algo de esa cara oculta del carácter japonés, esa crueldad, o ensañamiento, o sadismo, de la que a veces vemos algo en nuestra vida cotiadiana en Osaka. El relato se puede leer con sentido del humor (algo negro), con pena, o con algo de asco también, pero no deja al lector indiferente. Ibuse consigue la máxima del escritor de relatos cortos.

En pocas palabras resumo el relato. Una línea de autobuses de cuarta categoría. Un autobús a vapor. Un conductor y un revisor. Tras acabar la guerra, el que era antes revisor pasa a ser conductor, y viceversa. Durante la guerra, el bigotudo conductor trata a los pasajeros como si fueran paquetes, les hace un férreo control de equipaje, por aquello del mercadeo negro, mientras él guarda todo tipo de verduras al lado de la caldera, tratando al joven revisor peor que mal. Por si fuera poco, el motor se para cada vez por tres, y los pasajeros y revisor deben empujar obedientemente el autobús hasta que éste vuelva a ponerse en marcha. Capaz de pegar a un jóven que se niega a empujar. Y cuando los pasajeros se empiezan a unir entre ellos y cuestionar la autoridad del conductor, éste es capaz no sólo de no intentar encender el motor, sino de pisar el freno, para que nadie sea capaz de cuestionar su autoridad. Y los pasajeros siguen empujando, a pesar de todo ello...
Se acaba la guerra, y el conductor pasa a ser revisor. El revisor, conductor. Pero un anciano pasajero dice que el revisor no tardará en volver a ser de nuevo conductor.

No se puede decir más en menos espacio. El relato es de 1952, e Ibuse desde luego que no iba mal encaminado con su premonición. Mark my words, decía el anciano.


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6 de Agosto de 2006


Dazai - Sakaguchi - Shimazaki


De nuevo las tres de la mañana, 30 soporíferos grados centígrados al otro lado de la ventana, y no veo mejor momento que comenzar ahora a escribir algo sobre mi último viaje por el Norte del Japón.

Viajar solo por Japón tiene ventajas y desventajas evidentes. De las primeras, me quedo antes que nada con la libertad de movimiento y horario. En buena parte, solo por esto, estar 9 días solo, incomunicado con el resto de los japoneses, pero yendo donde y cuando me da la gana, el viaje vale la pena. Los japoneses no molestan si tú no molestas, y eso es una cualidad que me parece que tienen pocos pueblos. De las segundas, la más importante no me parece la de la incomunicación (que para mí esta vez ha sido una evidente y muy personal ventaja), sino la de no poder disfrutar de los detalles más locales de los sitios que uno visita, sin la compañía de alguien japonés; y aún y todo esto es relativo. Lo voy a dejar aquí, que no me quiero meter hoy con nadie japonés.

Hablaba en mi anterior entrada de Sakaguchi Ango.

Junto con él, hoy me refiero también a Dazai Osamu y a Shimazaki Toson y a sus madres respectivas, quienes han sido las que en realidad han decidido la ruta de mi viaje. En la primera foto, se puede ver dicha ruta, y si se fijan un poco ustedes, verán tres cruces negras (no hay ninguna intencionalidad en esto de las cruces). La de más al Norte, corresponde al lugar de nacimiento de Osamu Dazai. La del centro, al de Sakaguchi Ango, y la más cercana a Osaka, al de Shimazaki Toson.

Por una vez, no diré nada más sobre los escritores. A cambio, he seleccionado 9 fotos del viaje, para que se les regurgiten un poco las palomitas de este último fin de semana. Para nada más, monseñores.



La Ruta Por El Norte Foto Fementido
La Ruta Negra, o la de las Cruces Negras



La siguiente imagen está tomada desde el barco que me llevó hasta el puerto de Tomakomai, Hokkaido. El barco se llama Kiso, con matrícula de Nagoya.



Oceano Pacifico Foto Fementido
El horizonte debería decirnos que más allá del océano están las malditas Américas



Las dos fotos siguientes completan la colección de ediciones de Modern Japanese Stories, antología de la que he hablado en mis dos últimas entradas (Ibuse, más arriba, y Sakaguchi). No hace falta decir que la más fea es la más nueva, y la más bonita, la más antigua.




Primera Edición Foto Fementido
Primera edición de 1961




Edición 1980 Foto Fementido
Edición de 1980




Casa De Osamu Dazai Foto Fementido
Casa natal de Dazai Osamu, en Kanagi, Tsugaru




Monumento a Ango Sakaguchi Foto Fementido
Monumento dedicado a Sakaguchi Ango en Matsunoyama


En mi anterior entrada, se podía ver una foto de Sakaguchi Ango, ocupado en sus papeles. La misma mesa con la que posa en esa foto, es la que todavía se conserva en su casa-museo, en el mismo Matsunoyama.



Casa de Ango Sakaguchi Foto Fementido
¡Si las mesas hablaran!




Casa natal de Shimazaki Foto Fementido
Casa natal-museo dedicado a Shimazaki Toson, en Magome



En esta casa de la foto, no muy lejana de las aguas del río Kiso, (nombre con el que empecé y terminé mi viaje) pude comprobar los gustos literarios del señor Shimazaki. Se pirraba por la literatura francesa, pero yo destaco estos libros de Nietzsche en japonés. Podemos comprobar que al menos las traducciones ya estaban ahí hace muchos años. Que todavía no le hayan hecho un monumento al filósofo alemán en este país es algo que me sorprende. Bueno, que he dicho que hoy voy a estar formalito...



Libros de Nietzsche - Foto Fementido
Desenfocada. ¡¡Pero es que son libros de Nietzsche!!



Sería muy árduo dar más detalles, y explicar el por qué de la ruta elegida. Ella hablará por sí sola, supongo. Desde aquí me gustaría dar las gracias a todos los (japoneses, y japonesas, más que nada) que me ayudaron en el viaje, por las razones que fueran, que tampoco me interesa conocerlas.


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