De lo poco que conozco de Murakami,
decir que fue el guionista de la sádica y ya famosa por
méritos propios "Audition" y director de "Tokyo Decadence",
película que tengo por casa, todavía por ver a falta de
subtítulos disponibles. En ésta última, la trama
central se basa en contar las aventuras (¿desventuras?) de una
chica que se gana la vida en locales de SM, a la vez que visita a
domicilio a ciertos señores ávidos de sensaciones que
vayan más allá del "zen" sexual más cotidiano.
INGREDIENTES Y RECETA DE LA SOPA DE MISO
I.- Elaboración (cójase la versión inglesa y
tradúzcala del inglés - es más fácil y
barato)
Cualquiera que lea esta novela desde Europa, sin haber estado nunca en
Japón, la entenderá como buenamente quiera, pero no creo
que pueda entenderla muy bien en realidad.
Bueno, que no se desmoralicen los benditos que nunca han llegado hasta
aquí. Por ejemplo, leer a Kawabata no cambia mucho las cosas. Le
seguiré sin entender sus metáforas, de las que tanto
gustan los japoneses que quieren serlo más que nadie, aunque
lleve 20 años viviendo al lado de algún templecillo
budista en las montañas de Nara.
Que no quiere decir que entienda del todo "En la Sopa de Miso", entre
otras cosas porque pienso que se pierde bastante en la
traducción, seguro. Y los alegres buitres editores
españoles no tienen más mérito que publicarla en
castellano, como otras muchas, a partir de la traducción
inglesa. A este respecto, todavía estamos por lo menos en el
siglo XVIII, cuando toda Europa ya tenía traducciones ejemplares
del Quijote, y en España habría que ser una rata
monstruosa de biblioteca, supongo, no para leer a Goethe, sino
simplemente para saber que existía un tipo germano que se
llamaba asi.
Así que me he leído la novela en inglés.
II.- Si le apasiona el gazpacho, no siga cocinando la sopa de miso.
Será que me estoy haciendo viejo. Al pensar en si de verdad
puedo entender "En la Sopa de Miso", quizás me debería
preguntar primero si entiendo "En El Gazpacho". Ese líquido
rojizo, que si hubiera sido algo japonés, le hubiera venido que
ni pintado este nombre a Murakami para titular esta novela, donde la
sangre cobra importancia por momentos.
Con esto quiero decir que si ya ni siquiera entiendo a la juventud de
mi propio país, difícilmente puedo hacerlo con la
japonesa. Los esquemas por los que se mueven los chicos y chicas de 15
años, más o menos hacia adelante, en España se me
escapan. La forma de hablar, de comunicarse, de respetarse, de
vestirse, de llenar su ocio, de interesarse por las cosas... en fin,
que tampoco es que me muera por conocerlo. Curiosamente, me interesa
mucho más saber qué se le podrá pasar a cualquier
adolescente japonés de 15 años por la cabeza que saberlo
de uno español. Quizás no sea muy diferente. Cada
vez más parecido.
III.- Si piensa aliñar la sopa con Coca Cola, olvídese de
la sopa.
Japón perdió la guerra de la peor manera posible, y en el
peor momento posible. Pongamos por caso que la II Guerra Mundial
hubiese terminado en 1900, al mismo nivel tecnológico que en la
realidad. Para 1910, por ejemplo, habrían reconstruido en buena
parte su país, y en ese régimen "democrático"
creado por los americanos, el país seguiría su curso,
como cualquier otro.
La gran diferencia en este caso hipotético que hubiera habido es
que la terrible ola de importación de cultura yanki que hubo en
los años posteriores a la guerra habría sido
muchísimo menor que la que se produjo en la realidad.
Simplemente por falta de cultura. Todavía no habrían
llegado a EEUU las cabezas pensantes europeas que en realidad
levantaron aquel país a nivel cultural, y lo poco que
habría en Japón en aquellos felices años veinte de
cultura americana serían detalles sin importancia (guitarras
acústicas malsonantes y latas de cerveza, esta es la imagen que
se me viene a la cabeza).
Pasando los años, llegan los 50 y 60, y ésta es una
época en la que me da la sensación de que aflora ya hacia
el mundo, de manera imparable, cierta cultura secundaria americana, que
no tiene nada de raíces europeas, y que es en buena parte la
raíz de toda la mierda que nos rodea hoy en día -
básicamente el rock&roll seudoracista, los gritos de odio de
la música negra, la estúpida contracultura de los
hippies, la violencia de los reaccionarios, por no hablar de la
santificación mundial de deportes y tradiciones locales,
léase beísbol, westerns, coches cuadrados de alta
cilindrada, etc, etc...
En el caso irreal, Japón hubiera estado preparado como pueblo
para no someterse a este hediondo marremoto que les vino en la
realidad. Como lo estaban los franceses.
En realidad, lo que quiero decir con todo esto, "en el peor momento
posible", es que los japoneses nunca tuvieron un tiempo de
reacción mínimo contra la invasión de cultura
americana de aquellos años. Bastante ya tuvieron en los
años 40 y 50 con levantar de nuevo el país, como para
darse cuenta de que los críos de los padres que se mataban
trabajando llevaban horas y horas mamando de una botella de Coca Cola.
IV.- En este punto de cocción, no deje de vigilar a su vecino,
por favor.
Escribía antes acerca de leer la novela desde Europa (o desde
cualquier parte del mundo excepto los EEUU y Canadá). Pienso que
cualquier norteamericano familiarizado con la novela del género
"psycho thriller" tiene bastantes ventajas a la hora de entender esta
novela. Primero porque más allá del género en
sí, un asesino en serie puede estar considerado allí algo
tan real como cualquier vendedor de coches usados. Una especie de
estratito más en la sociedad. Al ver películas como
"Wisconsin Death Trip" o "Ed Gein", uno se da cuenta de que los
americanos tienen muchos antihéroes que no dejan de ser
héroes para muchos.
Nosotros no tenemos esta cultura. Se nos pueden escapar detalles.
A los japoneses no se les escapan tanto. La mamada de Coca Cola que
llevan encima les permite entender algo mejor a los yankis.
Llegan los años 70 y 80 y aparece toda la ola de cine de terror
tan conocida por los que navegan en estas desoladas páginas. La
literatura de horror también corta hilos con los antiguos miedos
europeos. Todo de repente son cuchillos y adolescentes.
Por debajo de esta ola, estaba ya asentada otra, como un poso podrido
en todos los cafés servidos en esos bares de desierto o de
jungla de asfalto, desde hace a saber cuánto tiempo, toda la
cultura del realismo sucio americano. Recuerdo ahora "The Driller
Killer" (Abel Ferrara, 1979), una película donde se expresa esa
suciedad mental que se esparció en los años 80
americanos, esos años de la subida final al trono por parte del
consumismo feroz y de la industria del "entertainment", siendo
especialmente recurrente la del sexo. Un tipo que no tiene otra cosa
que hacer para relajarse que taladrar la cabeza y los cuerpos de la
gente que se cruza por su camino. La película no da miedo. Da
asco.
En 1991 se publica una de las Biblias de lo que es la cultura americana
contemporánea: "American Psycho", de Bret Easton Ellis. Que
nadie se lleve a engaño con la película, que es un cuento
de niños. Recomiendo firmemente leer la novela y ver cómo
el protagonista, Pat Bateman, es lo que puede ser un ciudadano
americano medio, extirpándole las hormonas de asesino en serie
que aquél lleva encima. Una maravillosa novela, en serio.
Una vez más el tiempo le juega una mala pasada a los japoneses,
y se encuentran con que les estalla en la cara la burbuja de dinero y
de especulación en la que habían vivido
los felices
años 80.
La puñalada trapera que les pega el sistema que adoraban y
adoran tanto. Todo bonitamente importado. Con la pegatina Made In Usa.
Así va este país a veces. Juntando a la ya de por
sí inquieta y turbia mente japonesa con la auténtica
suciedad americana, en Japón podemos intuir
agujeros negros
de comportamiento en la realidad cotidiana. No ya intuimos, leemos
noticias que son difíciles de leer en cualquier otro
país. Algunas imposibles. Y más tienen que ver con el
sexo que con la violencia, aunque esto, una vez más, es una
intuición.